Notas Adicionales
"Reconquista: otro río muerto, una cloaca a cielo abierto llena de basura".
El Reconquista, al igual que el Riachuelo, es uno de los ríos más contaminados del país. Su cuenca cubre unos 1670 kilómetros cuadrados y su recorrido atraviesa 18 Partidos de la Provincia de Buenos Aires hasta desembocar en el Río Luján. La cuenca alta se extiende entre los Partidos de Merlo, Moreno, Luján, General Rodríguez, General Las Heras y Marcos Paz. Hurlingham, San Martín, Tres de Febrero, Morón e Ituzaingó pertenecen a los partidos de la región media, junto con Malvinas Argentinas, San Miguel, y José C. Paz. Y la parte baja la componen los municipios de Tigre, Vicente López, San Isidro y San Fernando.
Tras estudios realizados durante muchos años se ha verificado que el Río Reconquista aporta aproximadamente el 33% de la contaminación industrial y cloacal al estuario del Río de la Plata.
La Defensoría del Pueblo de la Nación en el 2007 presentó un informe que detallaba la contaminación del Río y decía: "Es otro río muerto, una cloaca a cielo abierto llena de basura, efluentes cloacales y residuos industriales".
De los datos obtenidos, se ha estimado que unas 700 empresas arrojan, de modo clandestino, efluentes con residuos. A esto se le debe sumar los vertidos de las viviendas y los que depositan los camiones atmosféricos. Todos estos factores, hacen que la región posea "la peor situación sanitaria de toda el área Metropolitana".
Dentro de las industrias más complejas se pueden encontrar los mataderos, las avícolas y las empresas de procesamiento de proteína animal.
Pero quizá el problema mayor de toda esta situación es que en esa misma cuenca viven cerca de cuatro millones de habitantes y una población igualmente numerosa se relaciona o depende económicamente de las actividades que allí se desarrollan.
Los peligros que se deben enfrentar son "la contaminación del agua, del aire y del suelo; la falta de infraestructura sanitaria; la mala gestión de residuos sólidos; la colisión y falta de aplicación de las numerosas normas vigentes; el crecimiento improvisado; y el incumplimiento de los programas internacionales específicos".
Todo esto trae derivado enfermedades tales como cefaleas, debilidad muscular, alteraciones cardiacas, afecciones cutáneas, trastornos digestivos, hipertensión, deterioro del sistema nervioso central, cáncer, mal formaciones, entre otras más.
El crecimiento de las viviendas fue explosivo y desordenado, especialmente en Tres de Febrero, General San Martín, Vicente López, San Isidro, Morón, Hurlingham y Tigre, los partidos más densamente poblados de la cuenca. En los primeros municipios mencionados, que coinciden con el área crítica, las familias viven en asentamientos precarios, linderos a terrenos inundables o adyacentes a los márgenes del Reconquista y sus afluentes.
Para la década del 80 las
manifestaciones populares a orillas de los ríos Tigre y Reconquista alcanzaron
gran notoriedad. Allí se convocaron vecinos, isleños, embarcaciones y
deportistas náuticos que expresaban su indignación por los resultados de los
análisis químicos y bacteriológicos que se habían realizado. "Le pegué a una
vaca muerta"; "Nos chocamos con un balde de pintura, con una mesa y una
heladera"; "Se me trabó el remo con un caballo hundido"; estos son solo algunos
de los lamentables dichos que se podían escuchar de los deportistas durante los
entrenamientos. Pero el problema es que los residentes del lugar viven esa
realidad los 365 días, las 24 horas, con frio, calor, sol, lluvia y bajo
condiciones inhóspitas.
El resultado de todos los análisis fue presentado tanto a la comunidad como a los gobernantes y se exigió la elaboración de un plan para el saneamiento de la cuenca y la construcción de una autoridad de cuenca para el control de los municipios afectados.
En el año 1984, a pedido de varias organizaciones no gubernamentales, se llevó a cabo en el Senado de la Nación la primera audiencia pública. Se aprovechó la oportunidad para destacar la problemática y se decidió elevar las recomendaciones al gobierno de la provincia de Buenos Aires.
Pasaron once años, cuando en 1995, el Estado Nacional logró firmar un acuerdo con el Banco Interamericano de Desarrollo (BID). En dicho acuerdo se establecía el otorgamiento de un préstamo de trescientos ochenta millones de dólares que serían destinados a cumplir con las obras de saneamiento y el control de las inundaciones. Desde la provincia de Buenos Aires se debía aportar, cuatro plantas de tratamiento de desechos cloacales, y deberían asumir el compromiso de disminuir de modo sensible la contaminación industrial y cloacal. De todo lo prometido, solamente se cumplió con la construcción de la obra hidráulica.
Según los informes técnicos y ambientales, los habitantes de la cuenca estuvieron desde siempre expuestos a las sorpresas climáticas: los registros de inundaciones datan del siglo XIX y siguen hasta el presente. Pero seria un error atribuirle a la naturaleza la responsabilidad entera de lo que ocurre en el Río Reconquista, cuando las malas decisiones y acciones tomadas en un pasado cercano la convirtieron en víctima.
Pasaron más de veinte años y el Reconquista permanece en un escandaloso y alto estado de contaminación, lo que le concede el lamentable privilegio de ser el segundo río más contaminado del país constituyendo un grave peligro para usuarios y ribereños. Varias son las comunidades de la cuenca que continúan afectadas por los desechos peligrosos y por la falta de infraestructura para la provisión de agua potable. Los habitantes consumen agua no apta para consumo humano, con elevadísimos contenidos de nitrato y sustancias.
Todo este panorama se agrava cuando se detecta que el 40% de los habitantes no tiene agua potable de red y que el 63% no está conectado a la red de cloacas, lo que implica que el 90% de los efluentes no recibe los tratamientos de depuración adecuados. Además, las obras en marcha alcanzan a cubrir sólo el 30% de las necesidades.
La falta de planificación histórica de las obras hidráulicas sumado al crecimiento poblacional desordenado a lo largo de la cuenca llevó a que en los últimos años se incrementara un 53% la cantidad de asentamientos, para ser reflejado en números de 94.127 familias a 128.098. Esta falta de planificación e infraestructura que se sigue dando demuestra el escaso interés que el tema despierta en las autoridades.
¿Datos oficiales? No están disponibles, todo parece moverse en el terreno de la informalidad, de acuerdo con los testimonios recogidos de los vecinos.
Desde el año 2018, el COMIREC (Comité de Cuenca del Río Reconquista), junto con la ONG ProyectAR pusieron en marcha un plan integral en donde el objetivo es poder mejorar la condición de vida de las personas como así también reducir los niveles de contaminación del río y de la cuenca.
Según el COMIREC, 15 años son los que restan para poder finalizar con el saneamiento del Río o eso, al menos, es lo que queremos creer. Es de suma importancia poner en marcha un sistema efectivo que detenga la contaminación en el Reconquista, la salud de muchos argentinos depende de ello.
"Qué planeta les dejamos a nuestros hijos? ¿Qué
hijos les dejamos a nuestro planeta?".
Este es el lema con el que se define ProyectAR, una organización que busca trabajar en proyectos innovadores que restablezcan el equilibrio de ecosistemas amenazados y comunidades vulnerables.
Desde la ONG llevan a cabo varios proyectos tanto para regenerar zonas maltratadas ambientalmente, como para educar a los niños en respetar y cuidar el medio ambiente, ya que ellos son el futuro de este planeta.
Realizan cursos, talleres y trabajan en el Colegio María Guadalupe y en la Capilla Escuela la Concepción, dos instituciones educativas donde se están llevando a cabo cursos y talleres para sensibilizar a los estudiantes, desde los más pequeños hasta los más grandes. Ambos colegios están situados en la zona de la cuenca del río Reconquista, muy azotada por la contaminación de las industrias y por la cantidad de residuos y basura que hay acumulados.
Otro de los programas que llevan a cabo es el de "Barrio Limpio", una propuesta de recolección y reciclaje para los barrios vulnerables y asentamientos de emergencia. El programa culminó con la inauguración de una planta de reciclaje que tuvo lugar el día 25 de mayo en El Garrote. La planta, montada a pulmón, se encuentra en el centro del barrio, y fue construida con materiales y placas recicladas para allí realizar la tarea de separación de los residuos.
"A partir de este fin de semana, con la inauguración, arranca la planificación del retiro de residuos por las casas de El Garrote, para el reciclado o para su disposición final", afirma Carolina Casares, Directora Ejecutiva de ProyectAR y una de las ideólogas de Barrio Limpio.
El espíritu del proyecto -enfocado en lograr que los vecinos se reinserten al entorno social y urbano mientras reciben $10 por cada kilo de basura que recogen- descansa principalmente en que son los propios habitantes quienes se organizan en cooperativas, se empoderan y se encargan del material reciclable, coordinados por promotores ambientales que velan por la correcta separación en origen, es decir, en húmedos y secos.
Además, desde ProyectAR trabajan con el Colegio de psicólogos de Buenos Aires y la carrera de trabajo social de la Universidad de Buenos Aires. Su manera de actuar no descansa en fórmulas mágicas ni probadas en otras provincias, sino en diseños y desarrollos ajustables a la realidad. Eso explica por qué el puntapié inicial lo dio un crudo diagnóstico que expuso los riesgos de salud que enfrenta en el corto y largo plazo la población del Reconquista y del barrio El Garrote concretamente. Ya que sufren a diario problemas respiratorios debido a los gases tóxicos que expulsa la basura y el suelo contaminado en el que pisan.
Por otra parte, Casares confirma que ProyectAR es una organización que trabaja de forma independiente, nunca recibió ningún tipo de ayuda pública ni por parte del gobierno, lo que hace que sea aún más valioso su trabajo, ya que han sido los primeros no solo en reeducar a los habitantes de El Garrote sino también los únicos que les brindan atención sanitaria y los medicamentos necesarios para curar las infecciones que les producen en numerosas ocasiones las nefastas condiciones del barrio.
Las 13 hectáreas de Villa Garrote eran "tierra de nadie". Allí no se pude ingresar sin un vecino que acompañe a pesar de estar la Gendarmería prácticamente en la puerta. Sin embargo, una porción de esas hectáreas son hoy un faro de esperanza, porque la empatía humana de Casares, Eduardo Regondi y todo el equipo de ProyectAR lograron verlos y que ellos mismos se vieran.
Todo eso simboliza el galpón construido con sus propias manos (hasta cavaron los cimientos a mano desnuda por carecer de herramientas), con lluvia, calor o frío. Aprendiendo que "sí, se puede", negociando entre ellos y descubriendo que al final pueden y merecen tener derecho a una vida mejor y a un barrio limpio.